Creedence Clearwater Revival (1968)
El primer álbum del renovado grupo mostraba un giro de dirección. Con The Golliwogs habían estado cultivando los sonidos hippies característicos de su zona de origen, San Francisco. Pero John Fogerty estaba fascinado por el blues del Mississipi, sus temáticas sobre pantanos y la clase obrera del sur de los Estados Unidos. Introdujo muchos elementos de música sureña y esto produjo una curiosa paradoja, ya que siendo originarios de California se convirtieron en pioneros de una nueva corriente que después sería llamada «rock sureño». Lo que predominaba, pues, era la relectura de sonidos tradicionales pasados por el tamiz de la nueva generación, incluidas influencias psicodélicas aquí y allá. Era un buen disco, pero a las canciones escritas por Fogerty todavía les faltaba algo, un toque más característico, no eran todavía especialmente memorables. De hecho las versiones de temas ajenos eran, con mucho, lo mejor. Fueron precisamente las versiones las que ayudaron a que este trabajo llegase al puesto 52 de las listas, lo que no estaba nada mal para una banda debutante. En resumen, aunque lejos del nivel medio de sus álbumes posteriores y grabado con medios modestos, era una muy respetable tarjeta de presentación.Bayou Country (1969)
El disco de la explosión. En el anterior lo importante habían sido los temas ajenos, pero aquí solamente grabaron una versión y, aun así, el resultado global era bastante más robusto, lo cual habla de la seguridad que John Fogerty estaba adquiriendo como principal compositor, además de figurar ya nominalmente en el papel de productor. Esto no se produjo sin conflictos internos. Dado que Bayou Country iba a ser el primer álbum grabado en un estudio de primera línea, a Fogerty le preocupaba la insistencia de sus compañeros por formar parte del proceso creativo, componiendo y cantando junto a él. En su opinión, los resultados no eran buenos; él era el único que componía buenos temas. Lo mismo sucedía con las voces. Salvo Tom, que sí cantaba muy bien, la idea de que St Cook y Doug Clifford añadiesen coros no le convencía. Ejerciendo ya como líder, se llevó a los otros tres a cenar a un restaurante y básicamente les dijo que debían grabar el mejor disco posible «si no queréis volver a trabajar en un lavadero de coches». Lo cual implicaba que él, miembro de superior talento, debía tomar todas las decisiones artísticas. Con reticencias, los otros tres aceptaron unas reglas que transformarían la Creedence en una dictadura. Eso no ayudó al buen ambiente, pero artísticamente fue una buena decisión, porque bajo el comando de John Fogerty el grupo iba a despegar de manera inimaginable. Este disco fue el resultado de la creciente inspiración de John Fogerty.
Green River (1969)

Lo dicho del anterior disco puede aplicarse de manera ampliada a su tercer álbum, el mejor que habían grabado hasta la fecha. Aunque aquí no hay una canción tan redonda como «Proud Mary», si tomamos el disco como conjunto, el nivel medio de las composiciones es superior al de Bayou Country. Fogerty tenía completamente clara la dirección que debía tomar. Aquí empezó a dejar notar una creciente influencia country junto a los sonidos pantanosos de los que ya se había apropiado, y ese era quizá el ingrediente que faltaba para que su particular mezcla ganase todavía más en riqueza y profundidad. Green River constituye la primera obra maestra de la Creedence y los catapultó a lo más alto desde el punto de vista comercial. También ayudó a que la repercusión internacional del grupo se consolidase a pasos agigantados. Para entonces estaba claro que John Fogerty era el cerebro y líder absoluto de la banda; exceptuando una versión, todos los temas estaban escritos y producidos por él, y protagonizados por su voz y su guitarra. Esto, que en el futuro causaría roces en el seno del grupo, era también la clave de su éxito: la Creedence era casi como «John Fogerty y amigos». Pero no se le pueden poner peros a su dictadura: el talento del líder estaba en plena ebullición.
«Bad Moon Rising»: El primer single era la demostración de que la habilidad de John Fogerty para escribir canciones inmediatas y muy pegadizas estaba llegando a lo más alto. Esta canción fue su segundo gran éxito internacional después de «Proud Mary» y cimentó su prestigio como uno de los grupos más radiables del planeta. El tema fue inspirado por una película en la que Fogerty vio una escena de un huracán que le trajo a la mente una canción sobre el Apocalipsis, aunque su alegre tonadilla podría engañar a quienes no entendiesen la letra.
Willy and The Poor Boys (1969)
Si Green River había sido un gran disco, este cuarto álbum ¡era todavía más brillante! La creatividad de Fogerty seguía en estado volcánico y el sonido del grupo, increíblemente, demostró que aún tenía espacio para la mejora. Las influencias country se hicieron más evidentes, incluyendo la afortunada introducción de arreglos corales, además de algún que otro ramalazo más rockero que de costumbre. Las composiciones de Fogerty eran más inspiradas que nunca y también cada vez más pegadizas; no solamente estaba la intensidad de siempre, sino que las melodías reconocibles al estilo «Proud Mary» empezaban a ser más abundantes. La crítica recibió este disco con un entusiasmo comprensible y el éxito internacional de la banda se redobló. En un frenético periodo de dos años. Creedence Clearwater Revival habían publicado cuatro álbumes y se habían establecido en la cima del negocio. Sonaban reconocibles, eran una marca única que ofrecía un producto único y estaban publicando discos que dejaban completamente entusiasmados a los oyentes. Estaban en su mejor momento.Cosmo’s Factory (1970)

Pendulum (1970)
El penúltimo disco del grupo puede considerarse su último gran clásico. Era su sexto álbum en tres años, un ritmo de trabajo impensable en una banda de éxito actual. Hay que decir que no llega al apoteósico nivel de Cosmo’s Factory, pero tampoco se queda demasiado lejos. Una magnífica colección de canciones en la que, sí, quizá podía haber algún tema menos espectacular, pero tampoco puede decirse que hubiese señales de agotamiento creativo pese a la frenética actividad a la que habían estado sometidos. John Fogerty continuaba empeñado en ampliar los horizontes sonoros, incluyendo una sección de vientos —que tocó él mismo—, un órgano Hammond —que también tocó el mismo— y algunas influencias del soul que poco sorprenden después de haberlos visto versionar «I Heard It Through The Grapevine». Estos matices no cambiaron el sonido fundamental del grupo, sino que lo enriquecieron tcon nuevos matices. El nivel de las composiciones, como digo, estaba un poco por debajo de los discos anteriores, pero esto es un mero ejercicio comparativo. Tanto crítica como público lo recibieron con los brazos abiertos y Pendulum fue otro gran éxito, con toda justicia. A nivel interno, sin embargo, las cosas estaban terminando de estropearse. La tensión reinante entre los hermanos Fogerty explotó durante esta grabación. Tom, harto de la dictadura creativa de John, abandonó el grupo antes de que se editase el disco, aunque durante un tiempo consiguieron mantener oculta esta ruptura. En la gira, eso sí, tuvieron que continuar como trío. Este fue el último gran trabajo de Creedence Clearwater Revival tal y como todos concebimos el sonido clásico de la banda.
Mardi Gras (1972)
La irregular despedida. Sabiendo que con la nueva manera de compartir el timón artístico iba a resquebrajarse el sonido de la banda, John Fogerty ayudó a conducir al grupo hacia el precipicio. Quería demostrar que el único cerebro válido de la Creedence era él. En 1976, un crítico de la revista Rolling Stone dijo de este disco que «en el futuro, Mardi Gras podría terminar siendo conocido como La Venganza de Fogerty». Y efectivamente, así es. En aquella misma revista Fogerty dijo que no contaba Mardi Gras como un verdadero disco de Creedence Clearwater Revival, sino como el producto de los reclamos sin fundamento de sus compañeros. ¿Es un disco horrible? No diría tanto y menos comparándolo con lo que se publica en la actualidad. Pero sí fue una sonada decepción, un muy considerable bajón de calidad con respecto a los trabajos anteriores. Como habían acordado, cada uno de ellos escribió y cantó tres canciones propias (John Fogerty en realidad cantó cuatro porque incluyeron una versión) y el resultado fue tan irregular como era de esperar. Cook y Clifford no eran malos músicos, pero estaban muy por debajo de Fogerty a nivel vocal y compositivo, así que la mediocridad terminó imperando. Mardi Gras vendió bien, porque para entonces la popularidad de la Creedence era inmensa, pero John Fogerty había probado su tesis: si no era él quien se encargaba de todo, la Creedence se convertía en un grupo del montón.
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